Freedom is ephemeral, it is something like breathing

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Extractos

Lo cierto es que, aunque me duela confesarlo, le había necesitado en algún momento. Tenía algo que atraía a mi alma, por no mencionar otras partes de mi cuerpo.

Cada día me cuesta más dejar abrir el corazón... De lejos que los siento, ni siquiera sé si existen ya esos maravillosos romances que describen en sus poemas los grandes genios de la literatura. Esperpéntica situación ¿cierto? En consecuencia, el que hubiese estado allí conmigo, había hecho que el abandono que me había acostumbrado a respirar con etiqueta de normalidad desapareciese causándome un gran asombro. Pero no hay gozo sin compañía.

Ni los hombres que se creen perfectos (y lo son) con la salvedad de que son insoportables, ni las mujeres irresistiblemente hermosas, con la salvedad de que nunca han sido verdaderas musas, me sirven ya para nada.

Me niego a prometerme más allá del tiempo. Me sirves, te sirvo. No sé creer en lo eterno. Quiero algo simplemente puro.

He temido tanto a la soledad, como a la compañía humana; y hora que se promete efímera, me molestaba tener que soportar el cargo que eso implicaba. A mí que siempre me gustó ser libre…

Intento tranquilizarme poniendo mis prioridades en orden, es una manía tonta que siempre he tenido: enfermedad insignificante, orgullo autosuficiente, aceptación solitaria. Los pongo en fila en mi mente: Enfermedad, orgullo, soledad. Rememoro las jerarquías de Scheler y Ortega: estético, ético, religioso. Religioso, estético, ético. Ético, religioso, estético. No consigo recordarlas con claridad… mi mente se distrae en recuerdos de intermitentes placeres aportados por una lengua ávida que repasa mi cuerpo, que acaricia mi piel. La enfermedad, la soledad. El orgullo, la enfermedad. La lengua me hace cosquillas. Mi libertad, la ética, el orgullo, el recuerdo. La lengua, la cosquilla, la ética.


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