El descubrimiento hace que todo comience, además de la confusión que acompaña a lo desconocido. Aparecen retales de cambios que se asemejan imposibles. Vidas pasadas dejadas atrás. Rostros que se han vuelto familiares a partir de lo desconocido. Impedimento de un sueño reconfortante debido a nuevas pesadillas. Novedad con la que sentirnos seguros. Y aparece el control, el frustrado intento de lograr la cuadratura del círculo, de encontrar el orden dentro del caos. Determinación, esfuerzo, concentración, decepción, superación, estudio, pelea, aprendizaje... todo para negar una verdad innegable.
La tierra tiembla bajo tus pasos.
Cuando consigues conocerte a ti mismo los limites del potencial desaparecen. Mi futuro se forma sobre promesas de un acuerdo no tácito y mi presente sobre expectativas, nunca planes. Y comienza la incertidumbre, y me dejo llevar por el instinto. Se aprecia el cambio. ¿Es la transformación un don o una maldición?
Indeterminación. Y la pregunta más importante para todos aquellos que temen al futuro.
¿Podemos cambiar lo que somos?
"Los seres humanos que reconocen los problemas como algo que es parte de la condición humana y no miden la felicidad por la ausencia de problemas, ésos son los seres humanos más inteligentes que conocemos; también los más raros y difíciles de encontrar ("Tus zonas erógenas" Dr.Wayne W.Dyer)
lo seguro es que podemos cambiar lo que hacemos, lo que pensamos y dar forma a lo que somos. Aunque no siempre lograremos cambiar las cosas que se nos han dado por naturaleza o por educación, por lo menos mejoraremos y tendremos conciencia de las cosas que no podemos cambiar. Dominarlas será nuestra tarea.
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