Freedom is ephemeral, it is something like breathing

lunes, 15 de noviembre de 2010

Conversaciones y cafés

Como alguien me dijo alguna vez, cuando estamos fuera de casa y en un grupo de amigos, todos somos médicos, psicólogos, expertos en deportes y últimamente en economía. Cuando estamos fuera y un amigo nos cuenta que le duele algo, tenemos el remedio y solución instantánea "Pues para eso viene muy bien...". Si resulta que estamos viendo un partido de, digamos fútbol, en la televisión pues nos pondremos a gritarle al árbitro que cómo hace eso, al jugador que si se ha vuelto inútil y a, yo que sé, a alguna otra persona que eso no se hace así, que no saben. Respecto a la economía, pues bueno, precisamente el otro día me fui con una amiga a tomarnos un desayuno de fin de semana a una chocolatería y en algún punto surgió el tema de la crisis. Cómo no, tan recurrente, actual y dinámico. Tras un par de apuntes en una servilleta, alguna que otra linea sin mucho sentido, y de explicarnos cosas que la una o la otra no sabíamos, no llegamos a ninguna catarsis ni conclusión. Sólo eso de que algunos estaban más guapos calladitos, o que si son tan listos como proclama, vayan ellos y resuelvan.
Después de este breve desayuno de hora larga, me tocaba ir a hacer algo de esto que llaman periodismo de calle con el objetivo en mente de producir un articulillo relacionado con alguna compañía. La cosa es que la anteriormente mencionada conversación me provocó un ansia de modificar mi enfoque hacia el artículo y comencé por entrevistar a un señor de una pequeña papelería, bastante escondida, que me dijo que mucho culpar a la crisis, pero que de eso nada. Que para su negocio, el problema eran las grandes superficies y los "veinte duros que han montado los chinos", que sin entrar a si es la misma cosa o no, pues venden los bienes más baratos que él los compra. Y claro, así no hay quien llegue a fin de mes, me supongo yo.
Entiendo como difícil la capacidad de discernir entre gente reacia al cambio y gente afectada por el mismo, pero es que tiene su lógica todo esto. Vete tú a explicarle al cincuentón con un pequeño negocio de tercera generación, que el mundo se ha globalizado, que lo que hagan en x sitio afecta a otro sitio h a cientos y cientos de kilómetros de distancia. Claro, todo eso no le importa. A él le importa mantener su tiendita, más por apego emocional que por otra cosa me atrevería a decir, y poder subsistir de manera digna.
A día de hoy llamaríamos a esto ser corto de miras, tener pocas expectativas y todo eso. Si bien es cierto que nos podemos adaptar, que a mucha gente mayor que este señor se le está dando la globalización mucho mejor que a los jóvenes desconcertados, también lo es que llega a ser bastante triste el perder estos negocios familiares en los que tratabas con gente que conocías de toda la vida. Pero bueno, no importa, porque ya me estoy metiendo en discusiones psicológicas y será mejor dejar la terapia para otro desayuno.

1 comentario:

  1. Me gusta mucho éste articulo. La verdad es que me da mucha pena el pequeño negocio. Tal como están las cosas, cualquiera va y monta ahora una tiendita de lo que sea. ¿Y si ésa ha sido la ilusión de toda su vida?
    Es cierto, que ahora las ilusiones son otras.

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