No tengo muy claro que escribir esto aquí sea lo más procedente, pero de todos modos voy a hacerlo, paréntisis en mi corrección politica: Desde hace unos días me he visto enzarzada - por voluntad propia, que va mucho con mi personalidad - en un interesante debate acerca del derecho y su funcionalidad.
Me gusta proclamar que soy de esas personas de mente abierta que respeta todas las opiniones mientras sean argumentas, pero lo siento, he mentido. Mea culpa imagino. No puedo con cierta clase de argumentos. Y no lo tomen a mal, pero no puedo con cierto tipo de mentes y maneras de pensar "no quiero ver más allá de mis narices". Me gusta discutir, me encanta debatir, pero sólo y exclusivamente cuando estos debates me aportan algo, cuando tus argumentos rebaten los míos y me hacen pensar una cosa que nunca antes se me había ocurrido. Como se suele decir de las relaciones amorosas, "que nos hacen crecer a los dos".
Supongo que este tipo de debates que no llevan a nada son los que impiden que avanzamos en aspectos políticos la verdad, pero que nadie se me venga a quejar de que las leyes no son objectivas en la sociedad. Asume que no todas las sociedades son iguales ni su gobierno tiene los mismos objetivos. Claro que no queda mucho por decir cuando alguien te responde con el apabullante argumento de que qué importa lo que hagamos si Europa va a acabar fastidiada de todos modos y que la gente es lo suficientemente estúpida como para dejar que esto ocurra.
Menos mal que aún queda gente que tiene intenciones y espectativas en la vida. Prefiero los argumentos idealistas a los derrotistas, y no comparto ninguno. Pero si hay algo que no soporto es la gente que me mira por encima del hombro mientras discuten.
Primera norma para ser políticamente correcto: A la gente le gusta que la traten como si fuese inteligente.