A veces tengo días así. Días que me doi cuenta de que las cosas no me van mal, que a pesar de saber que todo acaba, y que no acabará necesariamente bien, me siento positiva... quizá positiva sea decir demasiado.
Me siento con ganas de vivir la vida, eso es. Hay ciertas caricias que me alegran el alma. Tengo ganas de que haga sol y nieve, y sentarme al lado del río y soñar despierta.
Y ciertamente las cosas que quieres son las que te impiden ser feliz, pero realmente es inevitable, y me fundo en un abrazo con quien me quita la vida.
¿Sabes? El juego de la vida se juega entre locos, sólo tienes que elegir qué papel juegas, si el de loco, o el de muerto: El de muerto es más digno.
Pero es tan hermoso contemplar a todos los locos, todas las versiones del origen de esa locura y de cómo curarla... o mantenerla. El problema es que si te crees loco, no lo eres tanto. Así que hay que elegir cuidadosamente cómo marcar la diferencia.
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